RECONECTA CON TU ESENCIA A TRAVÉS DE TU CABELLO

Puede que sea la primera vez que escuchas un aserto semejante: “Tu pelo simboliza tu conexión contigo misma, con tu divinidad, con la divinidad, con Dios/Diosa/Todo lo que es”, pero te garantizo que no será la última.

No es una novedad para muchas de mis lectoras que nuestra alma se comunica con nosotras a través de nuestro cuerpo. Las clientas habituales de Soñando Despierta (Peluquería y Estética, Belleza holística hecha con Amor), son ya conscientes de que no debemos nunca desoír lo que nos dice, pues, lo que comienza como un susurro, si “hacemos como que no” acabará transformándose en un grito.

Y es que el alma busca hacerse oír. Pero antes de que escuche el resto lo que hemos venido a decir, debemos escuchar nosotras mismas ese ¿quién soy yo y qué hago aquí? ¿qué estoy tratando de decirme, que sé a nivel álmico, que sé a nivel inconsciente, pero que no he registrado en el consciente? ¿Y qué tiene que ver mi pelo en todo esto?

Ahí es donde entra un buen análisis capilar holístico.

Puede ser que estés manifestando caída, por ejemplo. En ese caso, yo te preguntaría en la entrevista, después de haberte dado la lista de componentes nutricionales y variables que tenemos que observar para ir analizando las áreas de mejora, cuál es tu rutina mañanera, es decir, con qué te lavas, cómo te lavas, cada cuánto, si te acondicionas, cómo y con qué, cómo y cuanto te aclaras, cómo y con qué te peinas y con qué te secas, si es que te secas.

Todos estos factores, por lo pronto, pueden estar implicados en la caída. Tenemos que tenerlos en consideración.

Si una vez que hemos considerado los factores nutricionales, las rutinas de aseo y los factores estacionales seguimos indagando en el diagnóstico, puede que encontremos, ya sea consciente, o enterrado en lo más profundo de nosotras, un miedo a la pérdida, un sentimiento traumático por alguna pérdida que hayamos sufrido en esta u otras vidas y que se esté manifestando, reclamando su sanación, a través de la caída del cabello.

Este síntoma, cuando se refiere a una pérdida, puede deberse a factores hereditarios, lo que no hace menos necesaria su sanación, sino que la modifica un poco, porque no sólo deberemos trabajar sobre nuestro sentimiento de pérdida, también con el de nuestros ancestros, para, a través del ejercicio de conciencia que estamos realizando, liberar al clan de esta enfermedad hereditaria, sanándola en el punto en el que se originó, en todas las direcciones del espacio-tiempo.

También tenemos que estudiar, si no se trata de algo crónico, ¿qué estaba yo haciendo, qué hice en mi vida, o qué me pasó en el momento en que se originó? Esta investigación nos dará respuestas bastante certeras sobre aquello que nos afectó, al punto de generarnos una patología, y de lo que puede que no fuésemos ni siquiera conscientes.

Quizá simplemente comenzaste a comprar un champú que agrede o debilita tu cuero cabelludo, te genera inflamación en los folículos o esa “mascarilla natural” que te bajaste de internet (queatuvecinadelsegundolevafenomenalnolodudo) te provoca una reacción que conlleva un efluvio telogénico.

Otro ejemplo que podemos utilizar para ilustrar esto es el hecho de que tú, sientas la “llamada del corto” pero como te da miedo verte fea, hombruna o arrepentirte y además todo el mundo al que se lo comentas (en un intento inconsciente de que ellos te disuadan de tomar la decisión que te da miedo, pero que puede cambiar por completo quién eres y cómo te sientes contigo misma) te dicen ¡Noooo, mujer! ¡Cómo vas a cortarte, con lo bonito que lo tienes!

¿Sabes qué pasa cuando haces eso?

Palabrita de peluquera, que te decidirás por un corte intermedio, que te dé mucho menos vértigo con el que, por más que lo intentes, no acabarás de verte bien, porque ¡NO ES LO QUE QUIERES! Darás vueltas y vueltas sobre ti misma, y sobre tu estilista, y no te sentirás en paz (fíjate en la magnitud de esta expresión “Sentirse en PAZ”) hasta que no hagas lo que tu alma te está pidiendo.

Recuerda lo que te digo, querida lectora, primero susurros, indirectas, directas y finalmente gritos y zarandeos, de tu alma, de tu corazón, que te pide que lo escuches, que lo liberes, que te des felicidad, que seas tú misma y que te aceptes. Que te perdones y que te aceptes. Que te liberes de la culpa. Que abraces con amor quién eres, con tu luz y con tu sombra, y que celebres que, tu pelo, te ayudó a encaminarte en esa toma de conciencia…

Por todo esto, y mucho más, es maravilloso embarcarme en este viaje con vosotras, que venís a mí creyendo en la casualidad… ¡Ay, mis bellas musas! ¡Los gritos de vuestras almas os trajeron a mi puerta, porque sabéis que aquí todas somos bienvenidas, perfectas tal cual somos, únicas, bellas, amadas y celebradas centímetro a centímetro desde el amor más puro e incondicional.

Que la luz y la paz sean en vosotras (os incluye a vosotros también, que de la misma manera, como muchos de mis musos, que tenerlos también los tengo y son igualmente amados, podéis reconectar con vosotros mismos aquí si lo deseáis de corazón).

Un abrazo grande.

María Peregrina